Entre viajes, lujos y excesos, Las niñas bien de la década de los 80 llegan a la pantalla grande

22/03/2019 - 6:56 pm

En la cinta, el mote de "niñas bien", originado en la clase alta para referirse a mujeres que vienen de buena familia y con buenos modales, remite al final de cuentas al bien material al que estas mujeres parecen reducidas.

Ciudad de México, 22 de marzo (AP) .- Viajan al extranjero, el lujo define lo que compran, viven en mansiones y si trabajan lo hacen más por pasatiempo que por necesidad. Son jóvenes ricas y en México les dicen las “niñas bien”.

Quizás en el extranjero las conozcan más por sus retratos en películas como Nosotros los Nobles y series como La Casa de las Flores o Club de Cuervos. Pero una nueva película que se estrena este fin de semana traslada al público tres décadas atrás, a un México a punto de entrar en crisis y cómo la clase alta lo vivió.

Las niñas bien de la directora Alejandra Márquez se basa en el libro homónimo de la escritora mexicana Guadalupe Loaeza, quien presentó con mordacidad, humor y un poco de descaro lo que la clase alta de la década de 1980 creía tener resguardado hasta ese entonces: sus gustos, sus viajes, sus casas, su materialismo absoluto.

La primera obra literaria de Loaeza, publicada en 1985, fue por años un éxito de ventas, quizá porque la propia posición acomodada de la autora le permitió retratar con lujo de detalle una clase de otra manera inalcanzable para el resto de los mexicanos y de buena parte del mundo. La propia Márquez, ajena a este mundo, confiesa que cuando le propusieron llevarla al cine no supo de inmediato hacia dónde dirigirla.

“Me parecía que iba a ser difícil para mí entrar al mundo de la frivolidad; no era algo con lo que a mí me gustaba asociarme y que a mí me asociaran. Pero finalmente pensé que era la oportunidad de hablar de una cosa que me interesa mucho que es la élite, el poder, sobre todo las relaciones que tienen las mujeres con el poder y cómo lidian con no tenerlo”, dijo la cineasta en una entrevista reciente con The Associated Press.

Mientras el libro de Loaeza presenta a las niñas bien tras la terrible crisis económica de 1982, que llevó a una devaluación acumulada de la moneda mexicana de 470 por ciento y a una inflación fuera de control durante el gobierno de José López Portillo, la película retrata el momento previo a la caída y el descenso hacia el abismo de ese año desde uno de los barrios más acaudalados de la Ciudad de México: Las Lomas, que aún conserva muchas de sus mansiones imponentes.

Al principio del proceso Márquez trabajó en el guion sin la influencia de Loaeza, pero la escritora con el tiempo resultó de mucha ayuda para la directora.

“Me llenaba de datos fascinantes sobre la época y me ayudó mucho con la investigación del mundito específico que es Las Lomas 1982”, dijo. “Tuve una conversación continua con ella hasta el final”, dijo.

Las niñas bien sigue a Sofía de Garay (interpretada por Ilse Salas), una madre treintañera que dicta la moda entre sus amigas y una de las niñas bien más respetadas de Las Lomas, hasta que su tarjeta de crédito empieza a ser rechazada y sus hijos le empiezan a preguntar cosas como ¿qué es embargar? o ¿somos pobres?

“A mí me gusta pensar en ese momento en la historia de México como un poco una Sofía de Garay. La gente creía que vivíamos en este país abundante, que éramos Arabia Saudita, que el yacimiento de petróleo, y de pronto como que toda esa cosa que era pura apariencia se cae el telón y ves la verdad”, dijo la directora.

“Las niñas bien” de los 80 llegan a la gran pantalla. Foto: Berenice Bautista, AP

Loeza, quien esta semana asistió a una función previa al estreno en tienda de lujo por departamentos El Palacio de Hierro, en la afluente colonia de Polanco, dijo durante el evento que estaba complacida con la forma en la que su libro fue trasladado al cine. Todo este drama de clase está enmarcado en la fastuosa moda de los años 80, con sus hombreras, peinados altos, maquillaje exuberante y autos enormes.

Salas, la protagonista de la cinta, apeló a las niñas bien de ahora en las redes sociales en busca de inspiración: “Como las vloggers (que dicen) ‘Hola, estoy en Bora Bora, disfrutando de unas mimosas’, haciendo alarde de esta vida pomposa llena de lujos”, dijo a The Associated Press.

Pero su Sofía no es una niña bien frívola. Y tiene momentos bastante oscuros.

La actriz dijo que fue una decisión consciente que todo lo que le pasara a su personaje fuera importante: “Y esto puede ser desde su fiesta de cumpleaños, que el pulpo no estuviera duro, hasta darse cuenta que no tiene ninguna relación que funcione en su vida”.

En gran medida el sufrimiento de la protagonista se debe a su esposo Fernando, interpretado por Flavio Medina, pues ante la crisis no abandona su vida de junior y se ensimisma jugando con un carrito de control remoto o saliendo de farra.

“Descubrí que Fernando me recordaba a mi papá, en otra circunstancia. Nosotros nunca pertenecimos a esa clase social, pero por supuesto que me recordaba”, dijo el actor, quien era un niño en los años 80. “Creo que es interesante tocar esta parte que los hombres en esa época estaban totalmente reprimidos emocionalmente”.

Mientras Sofía pierde su estatus como niña bien, a su círculo llega Ana Paula (Paulina Gaitán), una joven voluptuosa casada con un financiero de apellido Hadad al que la devaluación del peso y la compra de dólares le han venido muy bien para su negocio. Ana Paula es, ante los ojos de las mujeres de alcurnia, una nueva rica sin clase. Pero como es una de las más adineradas del momento, no les queda más alternativa que socializar con ella.

En la cinta el mote de niñas bien, originado en la clase alta para referirse a mujeres que vienen de buena familia y con buenos modales, remite al final de cuentas al bien material al que estas mujeres parecen reducidas. Foto: Berenice Bautista, AP

“Creo que llega a un punto en el que es más bien la tristeza que le genera el hecho de ver que todas estas mujeres están ensimismadas en el dinero, en ellas, en esta burbuja inquebrantable que al final te das cuenta que todo se está viniendo abajo”, dijo Gaitán. “Viene a recordarles a estas niñas que no todo gira alrededor del dinero, que todo esto se está derrumbando y necesitan más bien abrir nuevos horizontes y cambiar la manera de pensar”.

Gaitán y sus compañeros de elenco coincidieron en que disfrutaron mucho los vestuarios y la recreación de la época, incluyendo la “comida ochentera” como los canapés de mouse de ostión.

En la cinta el mote de niñas bien, originado en la clase alta para referirse a mujeres que vienen de buena familia y con buenos modales, remite al final de cuentas al bien material al que estas mujeres parecen reducidas.

“Siento que hace un comentario muy puntual sobre la situación de las mujeres que todavía sigue siendo vigente, que sigue siendo relevante”, dijo Márquez. “Espero sobre todo que esta película se haga cargo de la aspiración que muchas mujeres tienen por ser niñas bien, que se destruya un poco esa aspiración”.

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